26 de septiembre de 2006

Para una marine, los civiles son borregos

Después de leer el artículo de Ima Sanchís en La Vanguardia el 6 de septiembre de este mismo año, titulado de la misma forma que este post, me han surgido una serie de reflexiones que mezclaré con un reportaje de la revista Quo de este mes donde hablan de las "Smart Pills", pastillas inteligentes.
Es asombroso como se intenta cada vez más forzar a los soldados, seres humanos al fin y al cabo, con sus supuestas debilidades e imperfecciones. Se les intenta convertir en auténticas máquinas de matar sin sentimientos ni personalidad. Para lograrlo se usan una serie de estratégias que forman parte de su entrenamiento. Como ya comenté en una entrada anterior, lo que persiguen estas estrategias no es más que hacer una limpieza de cerebro para poder reprogramarla. Para ello se emplean técnicas de deshumanización como por ejemplo: agotarlos primero físicamente para luego abusar de ellos verbalmente, insultarlos, escupirles, empujarlos, mearse encima... hasta anular su personalidad y tenerlo todo listo para la reprogramación.
A los marines se les mete en la cabeza que los civiles son una manada de ovejas, unos débiles mentales y que ellos son los guerreros dispuestos a morir en cualquier momento. Se celebra incluso la primera muerte como si de un ritual de sangre se tratara, todo preparado para convertir al soldado en un psicópata que disfruta matando hasta, como comenta el ex-marine Jimmy Massey, 'convertirlo en un gozo casi sexual, llegas al nirvana, te sientes poderoso'.
Estadísticamente se puede comprobar que estas técnicas dan sus resultados, comenta Jimmy: 'Sólo un 15% de los soldados americanos enviados al frente europeo en 1944 apretaron el gatillo: aquello era un fracaso, así comenzaron las técnicas psicológicas de insensibilización y deshumanización del enemigo, que resultaron un éxito: un 90% de los soldados utilizaron sus armas de forma maquinal en Vietnam'.
A lo ya dicho tenemos que añadirle los avances en medicina, que a partir de la mejora en los conocimientos del funcionamiento del cerebro, está produciendo cantidad de pills destinadas a la mejora de su funcionamiento. Algunos de los ya empleados serían considerados drogas conocidas, sirven para despejarles la mente, mantenerlos siempre alerta, evitar parte del cansamiento, etc. Pero la nueva oleada de pastillas es aún más ambiciosa, algunas aceleran la transmisión de datos de un lado al otro del cerebro, otras mejoran la memoria y percepción abstracta, en general todas ellas nos llevan un poco más cerca de la idea de superhumano... los ejércitos de medio mundo se frotan las manos. Nos llevamos una buena idea con la película 'Soldado Universal' protagonizada por Jean Claude Van Damme. Aunque en su momento la película pareciera pura ficción parece que nos estamos acercando cada vez más a la idea de los ejércitos no-humanos, auténticas máquinas reprogramadas sin ningún tipo de emoción ni sentimientos, dispuestos a matar y llevar a cabo cualquier orden que se les encomiende, de una forma efectiva y sin remordimientos.

11 de septiembre de 2006

Epicúreo por naturaleza

Desde el momento en que Dante se proclamó como "epicúreo por naturaleza" en la gran película hispano-argentina Martin Hache, siempre me quedó la duda de qué significaba exactamente. Sabía que guardaba alguna relación con el hedonismo pero no tenía ni idea de cual. Pues bien, hoy, meses después de ver la película me he topado otra vez con la palabreja y por fin buscado su significado. El epicureísmo surge del filósofo griego Epicuro, que proclamaba que la vida tiene que ser una búsqueda contínua de placer, no sólo físico (que vendría a ser el hedonismo) sino también intelectual.

Aquí van tres frases:

-El que no considera lo que tiene como la riqueza más grande, es desdichado, aunque sea dueño del mundo.

-La necesidad es un mal, no hay necesidad de vivir bajo el imperio de la necesidad.
(esta frase destruye la teoría económica del consumidor, muy buena)

-El placer es el bien primero. Es el comienzo de toda preferencia y de toda aversión. Es la ausencia del dolor en el cuerpo y la inquietud en el alma.

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